La nueva sociedad capitalista fomenta las injusticias, la única arma que nos queda para luchar contra ello es la educación #TicPrimaria122
— Cristina Heras (@CristiVallekas) febrero 2, 2015
Todos nosotros somos testigos del proceso de cambio cada vez más acelerado
que vive nuestra sociedad. Una sociedad en la que, cada día, se da un paso
enorme hacia el progreso científico y tecnológico, y no requiere una gran
cantidad de años para que esto ocurra. Una sociedad en la que rebosan los
conocimientos y la información. Una sociedad en la que todo el mundo parece
vivir acelerado y no podemos pararlo, si queremos sobrevivir en ella debemos
adaptarnos a los cambios. Sin embargo, la mayoría no somos conscientes de la
magnitud de impacto social que ello implica.
Este es un tiempo de cambios, y esto
significa que la cultura, la experiencia y las estructuras básicas sobre las
que se construye nuestra vida entran en crisis: se movilizan, cambian, aparecen
o desaparecen con una frecuencia antes desconocida. Esta nueva sociedad rompe con el pasado y también con el futuro,
pues es incierto; por tanto tiende a centrarse en el presente. De este modo,
tal y como nos cuenta J.C. Tedesco, esta sociedad de información y
conocimiento, o más bien “nuevo capitalismo” como él la denomina por las
enormes injusticias y desigualdades que ésta fomenta, erosiona dos bases educadoras tradicionales: transmitir la cultura y
preparar para un futuro.
Como bien dijo Ken Robinson (el gran
experto en asuntos relacionados con la creatividad y la calidad de la
enseñanza), en líneas generales la educación tiene claramente los siguientes
tres fines: cultural, económico y personal. El fin cultural, muy deteriorado hoy en día, está muy relacionado con
uno de los pilares básicos en los que se basa la educación según la UNESCO:
aprender a conocer. Es uno de los fines más importantes que tiene la educación,
ya que permite a los individuos comprender el mundo que les rodea y desarrollar
un sentimiento de identidad cultural con él. Respecto al fin económico, ha sido siempre el más conocido por la mayoría; pues
en general se cree que la finalidad de la educación no es más que preparar a
los niños para que en un futuro consigan un empleo lo mayor remunerado posible.
Sin embargo este fin también está deteriorado, pues se prepara a los niños para
un futuro incierto.
No obstante, en el contexto en el que
estamos, es decir, en un mundo movido
por las ambiciosas competencias que genera la economía de mercado (tanto
competencias entre países como en un mismo país por conseguir un empleo), se
fomenta aún más este fin económico de la educación. De este modo, en España, se
plantea que la educación debe ser aún más competitiva, basarse en la excelencia
y mejorar sus resultados. Así, los políticos hacen todo lo que esté en sus
manos para que el país se sitúe en un buen puesto en los informes respecto al
resto de países; establecen el currículo que consideran adecuado para conseguir
futuros trabajadores competentes; desprestigia la educación en valores, pues no
resulta muy relevante para el crecimiento económico del país, para realzar la
ciencia y las matemáticas, etc.
Así, es como el nuevo capitalismo se apropia
no solo de los bienes materiales, sino de los inmateriales, y dentro de ellos
se encuentra el saber. De esta manera, nos encontramos con que el saber es una mercancía más con valor en
el mercado o, lo que es lo mismo, todo ello da lugar a la mercantilización de
la educación. Por tanto, la educación como bien público está sufriendo una
prolongada devaluación, y es que, cada vez es menor la financiación y recursos
que el Gobierno destina a ella.
Este creciente desprestigio de la
escuela pública y las enormes competencias que existen, hacen que aquellas
familias que pueden permitírselo, prefieran llevar a sus hijos a colegios
privados o concertados; ya que consideran que así obtendrán una mejor educación
y nivel. Por supuesto, también fomenta las desigualdades, puesto que la mayoría
no puede pagar tanto dinero por la educación de sus hijos; he aquí donde la
educación deja de ser un derecho universal para ser tan solo un negocio más. No
obstante, debo recordar que se está
erosionando una de las bases educadoras como es preparar para un futuro. Esto
se debe a que esos padres y madres que quieren que sus hijos sean muy
competentes, apuntándolos a todo tipo de actividades extraescolares y colegios
privados, para que en un futuro tengan mayor facilidad para encontrar un
empleo; no se dan cuenta de que, en esta sociedad en la que el cambio es cada
vez más acelerado, no se sabe si existirá ese empleo. Esto me recuerda al vídeo
de La voz de los estudiantes cuando un chico dice: “Me preparan para un futuro
que no existe”.
A pesar de todo lo anterior, hay muchas personas que todavía luchan por
una escuela pública de calidad que sea igual para todos, pero que tenga en
cuenta las aptitudes diferentes de cada uno. Este es el caso del grupo de
profesores que decidieron llevar a cabo un proyecto educativo en una antigua
escuela pública muy desprestigiada de Málaga “Nuestra Señora de Gracia”, destinado
a acabar con las desigualdades y a resolver conflictos. Este proyecto consiguió
el apoyo de la comunidad educativa, así muchos padres y madres decidieron que
la educación que se impartía en esa escuela es lo que verdaderamente promovía
el desarrollo de las capacidades de sus hijos: “Pienso que adquirir valores es
mejor que recitar de memoria las tablas de multiplicar”.
La
filosofía de esta escuela, solamente se puede entender si la situamos en el
contexto del “nuevo capitalismo” que plantea Tedesco. Así, esta nueva
sociedad capitalista del siglo XXI, en la cual prevalecen las competencias, los
intereses y el poder del dinero; conduce a un abismo de desigualdades entre personas. Ante este
fenómeno, surge la necesidad de promover la justicia en la sociedad, y el medio
para conseguirlo es mediante la educación, tal y como dice Tedesco, “la
educación es la condición necesaria de la justicia social”. No obstante,
tampoco se debe olvidar que la educación necesita apoyo, financiación y
recursos; por tanto está muy condicionada por el interés que los organismos
políticos decidan darle.
En este contexto, es en el que se
sitúa la filosofía que fundamenta todo el proceso de enseñanza-aprendizaje en
la escuela Nuestra Señora de Gracia. De este modo, el grupo de docentes,
consideró que el modo de hacer de la escuela un lugar en que se fomentase la
justicia social, era enseñar a los niños
a aprender a convivir con personas diferentes en base al respeto y ayuda mutua,
a lo que también Delors hizo referencia en su informe a la Unesco como
“aprender a vivir juntos”.
Por tanto, en esta escuela pública,
conviven multitud de niños de culturas, edades, circunstancias y aptitudes muy
distintas; sin embargo su aprendizaje no
se divide en función de estas condiciones, sino que se aprovecha para conseguir
un entorno que promueva el aprendizaje cooperativo. Así, como se puede
observar en el vídeo, existe una enseñanza y aprendizaje recíprocos entre todos
los niños: los mayores enseñan a los pequeños, y a su vez, estos últimos enriquecen
a los mayores, la diversidad cultural fomenta el aprendizaje de valores, etc.
Asimismo, es un proyecto que da paso a la participación de todos los miembros
de la comunidad educativa; todos tienen derecho a dar su opinión y a que ésta
se tome en cuenta, respecto a la toma de decisiones que afectan a todos. De
esta forma, los alumnos pueden hacerlo mediante asambleas de clase, los
maestros se reúnen con los padres para dialogar sobre los diferentes asuntos,
los padres se ofrecen a colaborar en la escuela (padre que lleva animales a
clase o la madre que da clases de yoga), etc.
Por último, un aspecto que me
gustaría recalcar, es la importancia que esta escuela ofrece al “aprender haciendo”. Fuera el uso de
técnicas de repetición y simple memorización o a seguir estrictamente los
libros de texto. Así, si se quiere estudiar el cambio climático, pues salgamos
a la vida real de las calles; si queremos aprender sobre un tema, en este caso
sobre astronomía, qué mejor modo que involucrar a los niños en el propio
proceso de enseñanza mediante representaciones teatrales ante los demás
compañeros. Por todo lo anterior, este tipo de escuelas son aquellas que se
necesitan en la actualidad y por las que se debe luchar, escuelas en las que se
enseñe a pensar, a tener conciencia, a saber enfrentarse a las situaciones
reales de la vida cotidiana; en lugar de formar personas sin autoridad sobre sí
mismos y el mundo que les rodea.
ANEXO: A continuación, adjunto el enlace a una serie de vídeos que narran la historia de una antigua escuela de, aproximadamente, los años 50, en el pequeño pueblo de Barbiana (Florencia, Italia). Cuando vi estos vídeos realmente me quedé impactada con el tipo de escuela que logró crear un solo hombre, a pesar de toda la oposición y crítica que recibió por parte de todos. Adjunto estos vídeos, ya que me han recordado al caso de esta escuela de Málaga, pero muchos años más atrás.
La escuela de Barbiana parte 1
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